VALENTI GUBIANAS i ESCUDÉ
Navàs, Cataluña, 15 de mayo de 1969
Nací en frente de la estación de un tren que no tenía prisa. Tenía tan poca, que prescindieron de él al poco tiempo. Todo iba rápido y el pobre tren ya no lo quería nadie. Crecí construyendo cabañas en “la Alzineta” cuando aún había muchos pinos grandes y preciosos, encendiendo fuegos de San Juan en el “Pla del Gubianas”, jugando en el campanario cuando la puerta estaba siempre abierta, descubriendo el mundo con los scouts, haciendo los mejores paquetes de regalo en la tienda de casa, jugando al fútbol con los amigos todos los días de la semana y mirando como pasaba el rebaño por delante de casa. Dibujaba, pintaba, como todos los de mi familia. Una maestra me dijo un día que ya no podríamos dibujar más en clase, porque ya teníamos nueve años. Más tarde descubrí que había gente que se dedicaba profesionalmente a hacer ilustraciones y eran personas adultas. Pero yo ya no era un niño y no sabía seguro qué quería ser cuando fuera mayor. Lo que sí sabía es que quería ser feliz. Feliz como los de mi casa, como la gente de los scouts, como los que llevan gigantes…
Ahora no hay ni tren, ni estación, faltan muchos pinos en “la Alzineta” y el campanario está siempre cerrado. Pero he descubierto que hay personas adultas que escriben historias y cuentos de trenes, de árboles, de campanarios. Y de ovejas como aquellas del rebaño que pasaba por delante de casa. Me gusta imaginar mundos, y los intento cambiar y pintarlos de colores nuevos. Curiosamente la gente más feliz que conozco, es gente adulta y que cambian el color del mundo siempre que pueden.
Estudié un tiempo en la Escuela Massana y fue allí donde descubrí el oficio de ilustrar historias. Conocer la obra de Carme Solé Vendrell, Montse Ginesta, Mariscal, Peret, Arnal Ballester o Montse Tobella fue el estímulo fundamental para comenzar la aventura en este mundo. Una formación con Carme Solé Vendrell me acabó por impulsar hacia la profesionalidad en el mundo de la ilustración. Publiqué el primer libro en 1995 de la mano de Elena O'Callaghan. Desde entonces he ilustrado libros para diversas editoriales, tanto de literatura infantil y juvenil como libro de texto.
El interés para descubrir nuevos caminos me ha llevado a realizar murales de gran formato. He pintado para escuelas, bibliotecas, fachadas y espectáculos en vivo. Transformar un muro me permite crear una historia, construir un pequeño universo y sentirme libre como si volara.
Mi verdadera escuela ha sido el movimiento scout. Ilustrar libros y murales es mi oficio, que hago, sobre todo, con el corazón y con la cabeza.